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Mariano Pelliza 4059

Munro

Implantología oral

Es una práctica quirúrgica dirigida a reconstruir los elementos dentales perdidos y sus tejidos de soporte (huesos y encías). Los implantes dentales se llevan a cabo insertando raíces metálicas, cerámicas o sintéticas en el maxilar y el hueso de la mandíbula. En otras palabras, el implante dental es una raíz artificial que reemplaza la raíz natural del diente que se ha perdido.

El implante dental reproduce el estímulo funcional típico de las raíces naturales en el hueso, lo que le permite mantener su forma y anatomía a lo largo del tiempo y evitar la reabsorción que normalmente resulta de la pérdida de dientes y es aún más pronunciada bajo la presión de las prótesis dentales.

¿Cómo funciona?

Tratamiento asistido por láser.

Casi todos los implantes ahora están hechos de titanio, un material biocompatible que evita el rechazo del organismo. Los implantes más comúnmente utilizados son aquellos con tornillos intraóseos roscados con forma cilíndrica / cónica, en la mayoría de los casos dejados sumergidos debajo de la encía durante un período específico dependiendo del sitio.

Una vez colocados en el hueso del paciente, los implantes se convierten en parte del hueso mismo. En otras palabras, se produce una osteointegración que solo será total si se siguen protocolos específicos, de lo contrario podría producirse una fibrointegración parcial y pérdida del implante.

Los implantes tienen una vida prácticamente ilimitada (los estudios más largos tienen 25 años), siempre que se lleve a cabo el mantenimiento diario. Los mayores riesgos que enfrentan los implantes son:

Periimplantitis durante el período postoperatorio inmediato, es decir, inflamación o infección de la estructura alrededor del implante mismo con posterior falta de osteointegración;

Carga incorrecta de los implantes con coronas o prótesis inadecuadas, dando lugar a una reabsorción ósea a lo largo del tiempo, con pérdida ósea hasta las agujas más profundas del implante, y la posible pérdida de las mismas.

En implantología, el láser es extremadamente eficaz en la mucositis y la periimplantitis. La razón principal es la acción bactericida de fuentes de emisión de láser como el KTP (532 nm), Nd: YAG (10640 nm) y el diodo (810 o 980 nm) en bacterias comunes causadas por infecciones de la cavidad oral. Cuando se usa con protocolos específicos y tiempos de exposición correctos, el tratamiento es efectivo sin causar daño térmico a los tejidos periimplantar o daño mecánico a los implantes.

Al explotar constantemente la acción antibacteriana de estos láseres, el sitio alveolar puede descontaminarse antes de insertar el implante. Esto previene el riesgo de periimplantitis, así como la hinchazón y la inflamación que normalmente ocurren después de la cirugía.

Una aplicación adicional es la exposición de implantes sumergidos con láser de CO2. El corte circular extremadamente exacto y sin sangre permite tomar una impresión satisfactoria inmediatamente después de la operculectomía. Para llevar a cabo este procedimiento asistido por láser, debe haber una banda de mucosa queratinizada para garantizar la estabilidad mecánica de la mucosa periimplantar.